sábado, 8 de diciembre de 2012


LA DINASTÍA MING

(Chino: pinyin: Dà Míng) fue la penúltima dinastía de China, que gobernó entre los años 1368 y 1644, tras la caída de la dinastía mogol Yuan. Algunos historiadores describen a los Ming como “una de las mayores eras de gobierno disciplinado y estabilidad social de la historia humana”. Fue la última dinastía en China gobernada por la etnia Han. Aunque Pekín, la capital Ming, cayó en 1644 en una rebelión liderada por Li Zicheng (quien estableció la Dinastía Shun que fue rápidamente sustituida por la Dinastía Qing, de origen manchú), sobrevivieron hasta 1662 algunos regímenes leales al trono Ming, conocidos comúnmente como Dinastía de los Ming del Sur.

Bajo el gobierno de los Ming se construyó una vasta flota y un extenso ejército permanente de un millón de efecivos. Aunque ya se habían llevado a cabo expediciones comerciales y diplomáticas desde China en periodos anteriores, la flota tributaria del almirante eunuco musulmán Zheng He durante el siglo XV superó a todas las demás en tamaño. Se realizaron numerosos proyectos de construcción, incluyendo el Gran Canal, la Gran Muralla y la fundación de la Ciudad Prohibida en Pekín durante el primer cuarto del siglo XV. Se estima que la población a finales del reinado de los Ming era de entre 160 y 200 millones de personas.

El Emperador Hongwu, que reinó entre 1368 y 1398, intentó crear una sociedad de comunidades rurales autosuficientes en un sistema rígido e inmóvil que no necesitasen involucrarse en la vida comercial de los centros urbanos. Su reconstrucción de la base agrícola china y la mejora de las vías de comunicación a través de un sistema de caminos militarizados tuvo el efecto inesperado de generar un gran excedente agrícola que pudo ser vendido en florecientes mercados cercanos a las vías de comunicación. La cultura rural y comercial recibió la influencia de las modas urbanas. Los escalones más altos de la sociedad, equiparados a la baja nobleza, se vieron igualmente afectados por esta nueva cultura centrada en la consumición. Alejándose de las tradiciones, las familias comerciantes comenzaron a integrarse en el seno de la administración y de la burocracia y adoptaron los rasgos culturales y las prácticas de la nobleza. Paralelo a esta evolución de la sociedad y del comercio, hubo cambios en el pensamiento filosófico, las instituciones gubernamentales y en las artes y la literatura.

Hacia el siglo XVI, la economía Ming se estimuló por el comercio con los portugueses, los somalíes, los españoles y los holandeses. China se vio envuelta en un incipiente comercio global de materiales, plantas, animales, comida y grano conocido como comercio colombino. El comercio con las potencias europeas y Japón trajo enormes cantidades de plata, lo que sustituyó al cobre y al papel moneda como el medio común de intercambio en China. Durante las últimas décadas de los Ming, el flujo de plata en China disminuyó en gran medida, minando las arcas estatales. Este daño a la economía Ming tuvo varios factores: los efectos en la agricultura de la Pequeña Edad de Hielo, desastres naturales y epidemias. El consiguiente desgaste de las autoridades y la escasez de sustento permitieron a los líderes rebeldes como Li Zicheng desafiar la autoridad de los Ming.

La dinastía Yuan (1271-1368), establecida tras la invasión mongola dirigida por Kublai Kan, precedió a la fundación de la dinastía Ming. Además de una discriminación institucional contra los Han que generó gran resentimiento, la expulsión de los Yuan se debió a los altos impuestos en las regiones, la alta inflacción] y las graves inundaciones del río Amarillo, debidos al abandono de los proyectos de irrigación. Por consecuente, la agricultura y la economía estaban arruinadas y la revuelta estalló entre los cientos de miles de agricultores que habían sido llamados a reparar los diques del río Amarillo.

Muchos grupos de Han, entre ellos los Turbantes Rojos se alzaron en rebelión en 1351. Los Turbantes Rojos estaban afiliados al Loto Blanco, una sociedad secreta budista. Zhu Yuanzhang era un agricultor pobre y un monje budista que se unió a los Turbantes Rojos en 1352 y se forjó una reputación al casarse con la hija adoptiva de un comandante rebelde.  En 1356, las fuerzas de Zhu tomaron la ciudad de Nankín, la cual se convertiría posteriormente en la capital de los Ming.
Con el desmoronamiento de la dinastía Yuan, muchos grupos rebeldes comenzaron a enfrentarse por el control del país y el derecho a establecer una nueva dinastía. En 1363, Zhu Yuanzhang eliminó a su peor enemigo, el líder de la facción rebelde Chen Youliang, en la batalla del lago Poyang en la que fuera posiblemente una de las mayores batallas navales de la historia. Gracias al uso de brulotes, los 200.000 marinos de Zhu consiguieron vencer a la flota rebelde pese a ser ésta superior en número. La victoria eliminó a la última facción rebelde, lo que dejó a Zhu Yuanzhang como dueño incontestable del rico valle del Yangtsé y le permitió afianzar su poder en el Sur. Tras la sospechosa muerte del jefe de los Turbantes Rojos cuando era un invitado de Zhu en 1367, ya no había nadie que pudiera impedir su acceso al trono e hizo públicas sus ambiciones imperiales al enviar su ejército hacia la capital Yuan Dadu (actualPekín) en 1368. El último emperador Yuan se refugió en el norte, en Shangdu y Zhu anunció la fundación de la dinastía Ming tras arrasar el palacio Yuan de Dadu. La ciudad fue renombrada como Beiping  y Zhu Yuanzhang tomó el nombre de Hongwu (Extremadamente Militar, en chino).


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