LA BIBLIA Y EL LIBRO DE LOS MUERTOS
Se conoce como
"Libro de los Muertos" una colección de sortilegios que se incluían
en las tumbas del Reino Nuevo, y pretendían ayudar al difunto en su difícil
camino al Más Allá y en el juicio de Osiris. Su título original podría
traducirse como "La salida al día". La muerte no era más que un
renacimiento, al igual que el sol sale cada día, así el difunto accedía a un
nuevo renacer.
Su origen se encuentra
en "Los Textos de las pirámides" del Reino Antiguo. Estos derivaron
en "Los textos de los sarcófagos" durante el Reino Medio. El papiro
con las fórmulas adecuadas para ayudar al alma del difunto se depositaba junto
a la momia, en la tumba. También se escribían pasajes del libro en los
ushebtis. Pero el libro no sólo comprende fórmulas para superar el juicio de
Osiris, sino también pasajes para que el difunto reconozca a los dioses que le
serán favorables o para que pueda orientarse en su viaje por "las 12
Regiones de la Duat". Eran los sacerdotes-lectores los encargados de leer
ciertos pasajes del Libro vueltos hacia la momia.
El Libro consta de
aproximadamente 200 capítulos o sortilegios. La versión más conocida y más
completa es el Papiro de Ani, un texto compuesto por 3 capas de hojas de papiro
pegadas entre si y dividido en 6 secciones con una longitud entre 1.5 y 8
metros cada una. La longitud total del texto es de 23.6 metros. Fue adquirido
por el Museo Británico en Tebas el año 1888 y actualmente está registrado con
el número 10470. El papiro fue realizado por 3 escribas diferentes, como puede
apreciarse en las diferentes grafías que en él aparecen, pero sólo uno realizó
los dibujos. Originalmente es posible que no fuese encargado por Aní, un
escriba de hacia el año 1300 a.C., o al menos no en su totalidad, pues su
nombre aparece escrito con una escritura diferente. El papiro contiene algunos
errores derivados de la falta de atención. Existe una versión electrónica del
Papiro de Ani, según la traducción
realizada por Sir Wallis Budge.
Comparando el libro de
los muertos con la Biblia es una palabra de origen griego (el plural de
biblion, «papiro para escribir» y también «libro»), y significa literalmente
«los Libros». Del griego, ese término pasó al latín, y a través de él a las
lenguas occidentales, no ya como nombre plural, sino como singular femenino: la
Biblia, es decir, el Libro por excelencia. Con este término se designa ahora a
la colección de escritos reconocidos como sagrados por el pueblo judío y por la
iglesia cristiana.
La Biblia está dividida
en dos partes de extensión bastante desigual, llamadas habitualmente Antiguo y
Nuevo Testamento. A primera vista, la palabra «testamento» se presta a un
equívoco, porque no se ve muy bien en qué sentido puede aplicarse a la Biblia.
Sin embargo, la dificultad se aclara si se tiene en cuenta la vinculación de la
palabra latina testamentos con el hebreo berit, «pacto» o «alianza».
Berit es uno de los
términos fundamentales de la teología bíblica. Con él se designa el lazo de
unión que el Señor estableció con su pueblo en el monte Sinaí. A este pacto,
alianza o lazo de unión establecido por intermedio de Moisés, los profetas
contrapusieron una «nueva alianza», que no estaría escrita, como la antigua,
sobre tablas de piedra, sino en el corazón de las personas por el Espíritu del
Señor (Jer 31.31–34; Ez 36.26–27). De ahí la distinción entre la «nueva» y la
«antigua alianza»: la primera, sellada en el Sinaí, fue ratificada con
sacrificios de animales; la segunda, incomparablemente superior, fue
establecida con la sangre de Cristo.
Ahora bien, el término
hebreo berit se tradujo al griego con la palabra diatheke, que significa
«disposición», «arreglo», y de ahí «última disposición» o «última voluntad», es
decir, «testamento». De este modo, la versión griega de la Biblia, conocida con
el nombre de Septuaginta o traducción de los Setenta (LXX), quiso poner de
relieve que el pacto o alianza era un don y una gracia de Dios, y no el fruto o
el resultado de una decisión humana.
La palabra griega
diatheke fue luego traducida al latín por testamento, y de allí pasó a las
lenguas modernas. Por eso se habla corrientemente del Antiguo y del Nuevo
Testamento. A la Biblia se le da también el nombre de Sagrada Escritura. En el
judaísmo, en cambio, se le designa con la palabra tanak, que en realidad es una
sigla formada con las iníciales de Torah,
es decir, de las tres partes o secciones en que se divide la Biblia
hebrea: La Ley, los Profetas y los Escritos.